EL ACTUAL SISTEMA IMPOSITIVO ESPAÑOL ESTA TRASVASANDO TODO EL CAPITAL POSIBLE DESDE EL SECTOR PRIVADO AL PUBLICO VIA IMPUESTOS.

lunes, 17 de marzo de 2014


EL ACTUAL SISTEMA IMPOSITIVO ESPAÑOL ESTA TRASVASANDO TODO EL CAPITAL POSIBLE DESDE EL SECTOR PRIVADO AL PUBLICO VIA IMPUESTOS.

 CONSECUENCIA; TENER UN SECTOR PRIVADO CADA VEZ CON MENOS RECURSOS Y CON MENOS CAPACIDAD PARA CREAR RIQUEZA. INCAPAZ DE MEJORAR EL NIVEL DE SUS CIUDADANOS MUY AL CONTRARIO.

EL FIN; CREAR UNA CLASE PRIVILEGIADA FORMADA POR POLITICOS Y DIRIGENTES AVENTAJADOS DE LAS GRANDES MULTINACIONALES DE CONSUMO OBLIGADO.

UN SISTEMA QUE ABARCA SOLO LO PEOR DEL COMUNISMO Y DEL CAPITALISMO.
Faustino Tomares.
 
 

El SACRI EN TOMARES

jueves, 13 de marzo de 2014

El saetero en primer plano. al fondo Salvador Perales que ejerció de presentador y Faustino. pregonero aquel dia.

 
 
 
 
 
 
 
 
Anoche Canal Sur radio, entregó el premio “Llamador Memorial Luis Baquero” de su programa de Semana Santa “El Llamador”. El premiado fue el destacado Saetero “El Sacri” apodo que al parecer le viene de su etapa de monaguillo en su iglesia del Cerro del Águila.

                Aprovecharé para recordar que este saetero, quizás, el mejor de Sevilla actualmente. Tuvimos el placer de escucharlo aquí en nuestro pueblo de Tomares. Fue en el pregón que dio en la Iglesia Nuestra Señora de Belén, Faustino. Nos deleitó con dos preciosas saetas dedicadas a nuestros titulares. Acompaño una foto de aquel día.

Faustino Tomares.

CAPITULO CUARTO; LOS HERMANOS Y LA SEÑORA

martes, 11 de marzo de 2014


 

        Aquella calurosa madrugá próxima al verano, Pepito  fue al Mercado de Entradores para hacer la compra necesaria para reponer de mercancías su puesto de frutas y verduras del mercado de Triana. Ligerito de ropa. Qué diferencia de temperatura con el invierno. En el que muy al contrario que ahora, cuesta tirarse de la cama. Lo cierto es que las cuatro de la mañana no son horas para estar levantado. Salvo: esa madrugá en que la Esperanza de Triana se acerca al actual  mercado  de Entradores donde ya solo la espera ese precioso retablo de Ella misma. Donde año tras año cuando allí llega evoca una imagen de otros tiempos. Cuando en vez de enfrentarse a su retablo lo hacía hacia el locutorio de los presos que albergaba la antigua cárcel del Populo en honor a esa virgen milagrosa que plantó cara a una de las muchas riadas que llegaba a las entrañas de Sevilla.

En aquellos tiempos, en esa mañana de esperanza los presos le cantaban saetas a su virgen. Tras un largo año de espera intentaban prolongar ese instante. El mayor tiempo posible para que la espera hasta el próximo año fuera… más cortita. Allí mismo y en ese “cuadro” se inspiró Font de Anta para componer su marcha “Soleá dame la mano” en aquellas rejas de la cárcel que tomó su nombre de la virgen que nos dejaron los Agustinos Recoletos y que se habían instalado en el siglo XVII en un edificio que fue construido sobre el solar ubicado al lado de la puerta de Triana y que le cediera Pedro Antón de la Cerda, ferviente seguidor de fray Luis de león que fue quien redactó las reglas de esa confesión.

 Fue el convento del Populo. Así llamado por tener un azulejo de la Virgen de ese nombre. Convento que les servía de puente a los monjes, para su apostolado  allá en América. Cuando Sevilla era puerto de salida al nuevo mundo. Y así fue hasta 1835 en que tras el decaimiento de la orden fue abandonada transformándose en cárcel con el mismo nombre.

            Nada más llegar Pepito al mercado. Fue en busca de su amigo Antonio “periódico” y así compartir con él, el primer café de la mañana. Antonio es un buen amigo que se inició tarde en el gremio de la fruta y desde esos primeros momentos se dejó asesorar en los motivos de la compra por Pepito y desde entonces mantienen ese vínculo que diariamente alimentan y aunque hay una diferencia importante de edad entre ellos, pues aquel está próximo a la jubilación; hay un más que agradable entendimiento; además de un gran afecto.

            Cuando ambos enfilaban el camino del bar y al pasar por una cuartelada (1) repleta de versa perfectamente dispuesta en manojos y estos haciendo enormes pilas. Ya de zanahorias ya de remolacha ya de rábanos, cebolletas, acelgas, montones de coles, coliflores aún con las hojas que las protegían de su viaje desde el campo. Todas de preciosos colores avivados por el agua que sus agricultores no dejaban que les faltara.

 

Pie de página/ (1) Cuartelada: espacio del mercado que hace las veces de tienda al por mayor para vender productos a los minoristas.

 

El dueño de esta vistosa cuartelada es Pepe, por el que  los dos amigos, fueron  abordados.  Otro buen amigo. Todos los Pepes son  buenos. Éste se ofreció a que lo invitaran a compartir ese primer café. Pepito accedió a cambio de que aquel,  le contara una de las muchas anécdotas que éste conocía  de la “Señora”. Pepe es  macareno de nacimiento. Nada mas nacer su padre le daría de alta como miembro de la hermandad. Su padre macareno; su abuelo macareno e incluso su bisabuelo, llegó a ser hermano mayor de la misma. La Macarena ha estado presente en su familia, toda la vida.

            Pepe en su establecimiento del mercado de “Entradores” tiene un azulejo de dimensiones importantes de la Señora que Pepito en más de una ocasión. Sabiendo de antemano que le iba a decir que no. le había pedido que se lo regalara. Porque Pepito pensaba ¿y si le cojo un día tonto y me lo regala?  Pero no, nunca llegó ese día y en algunos de ellos le contó el origen del mismo. Sin acordarse de una vez para otra que ya lo había hecho con anterioridad.

            Le contaba a Pepito. Que ese azulejo donde la Señora luce más macarena que nunca. Se lo había regalado un amigo suyo, bohemio de profesión y artista de afición. Lo conoció en un bar tomándose unas cervezas. Al coincidir en el cariño que ambos le profesaban a la Señora. Y como muestra de esa amistad, el bohemio le regaló el azulejo al frutero. Decía el bohemio que trabajaba cuando le daba la gana y a quien le daba la gana o mejor dicho, a quién le caía gracioso.  No es de extrañar porque Pepe es un tío que cae bien. Mucha gente le ha ofrecido dineros importantes porque le hiciera algún trabajo. Pero el bohemio, fiel a su filosofía de vida, nunca entró en un trato donde la contrapartida se limitara exclusivamente a lo económico.

            El trato de la anécdota por el café le pareció bastante justo al amigo Pepe. Así que prosiguieron los tres amigos el camino para el bar. Pasando junto a otras cuarteladas que no desmerecían de la anteriormente descrita. Aunque con diferente forma de montarlas y más variedad de artículos, verduras y frutas.

            Una vez acomodados en tres taburetes junto a la barra “la exaltación de lo bonito hay que hacerlo en cómodas situaciones” comenzó la narración de la esperada anécdota:

            Yo nací en una casa del barrio macareno. En la calle Don Fadrique, a la distancia aproximada de una chicotá de la basílica  y fue allí donde tendrían lugar, los siguientes acontecimientos.

            Contaba yo por entonces con la edad de siete añitos y mi hermana algunos años mayor que yo, se había empeñado ese año en que saliera por primera vez de nazareno acompañando a la Señora. Por aquella época, las mujeres no podían vestir el hábito nazareno en las cofradías.

            Desde mucho antes de la Semana Santa, se había preocupado de buscar el dinero para hacerme la túnica. Me había llevado a que me tomaran medidas. Se había preocupado se sacarme la papeleta de sitio. Y hasta de comprarme los caramelos. En definitiva, aunque a mi me hacía ilusión salir de nazareno. Ella sentía autentica obsesión porque yo lo hiciera, parecía que aunque yo fuera a hacerlo físicamente. Era ella la que iba a salir acompañando a la Señora.

            Cuando llegó el domingo de Ramos. Inicio de la semana grande.  Lo tenía todo perfectamente preparado. La túnica ya lucía en su percha. Colgada sobre una puerta abierta del ropero de mi dormitorio. Mientras que el capirote con su antifaz  remangado. Presentando perfectamente el escudo de la hermandad. Se podía ver sobre la cómoda de la habitación.

            Quiso el destino que el Jueves Santo por la mañana amaneciera teniendo  yo una fiebre elevada. Y no pudiera moverme de la cama. No podéis ni imaginar el sentimiento de tristeza que le entró a mi hermana. Cuando una vez en mi habitación  me encontró en ese estado.

El llanto rompió de forma repentina. Nunca hasta entonces la había visto llorar de esa manera. Nunca hasta entonces había observado tanta tristeza en su cara. Nunca hasta entonces había observado tanta desilusión. Las lágrimas brotaban y brotaban. Las mantas de mi cama pues ya ella yacía tirada sobre la misma, casi no eran suficientes como refugio de sus lágrimas. Agotada hasta la última de ellas. Buscó consuelo en la oscuridad de su habitación, mientras en su cabeza una pregunta no dejaba de atormentarla ¿porqué Madre…porqué?

            Y mientras esto sucedía, mis padres no sabían como bajarme la fiebre. Ni como consolar a mi hermana en su desdicha. Las horas fueron transcurriendo. Y así todo el día sin cambio en la misma situación. Yo quería mucho a mi hermana. Y aunque yo no tenía culpa, sabía que ni ella se merecía eso ni yo le podía fallar de esa manera.

            Así que a la hora prevista y sin que mis padres se dieran cuenta, me enfundé la túnica y el antifaz, y con mi papeleta de sitio en el bolsillo, salí lo más silenciosamente posible hacia la basílica.

            La fiebre no cedía. Los escalofríos se repetían. Me encontraba muy mal. Pero pensé que al menos el recorrido desde la basílica a la puerta de mi casa, delante de la Señora, tenía que hacerlo y  luego cuando mi hermana me viera. Subiría y me volvería a meter en la cama.

            Y en parte así sucedió. Pues cuando la Señora llegó a la puerta de mi casa y yo delante de ella.  Como era habitual, toda mi familia estaba en el balcón de la casa para ver a la “Señora “Mis padres seguían tristes y mi hermana, casi escondida tras ellos, aún seguía llorando. Pero todavía, con mas amargura si cabe.

            Justamente cuando estaba debajo de mi balcón. Me quité el capirote para que mis padres y sobre todo mi hermana pudieran ver. Quien era aquel pequeño nazareno que acababa de descubrirse.

            No os podéis ni imaginar la cara de sorpresa de mis padres y como no la de mi hermana que no sé de dónde sacó más lágrimas. Pues llevaba todo el día llorando. Pero ya, las lágrimas no eran de tristeza. Muy al contrario, eran de dichosa felicidad. Nunca más he vuelto a ver mayor felicidad en una cara como la que en aquel momento pude ver en la de mi hermana.

Inmediatamente, todos bajaron las escaleras. Mis padres para agarrarme y subirme y volver a meterme en la cama y mi hermana para abrazarme y besarme y quererme mucho mucho.

            Y si antes habían sido las mantas de la cama las que fueran refugios de tristezas, ahora era mi  túnica macarena la que hacía de refugio de alegría.

            Mis padres quisieron subirme- ¿porqué?- Les pregunté yo- Pues por la fiebre ¿quieres morirte?- contestó mi madre- ¿Qué fiebre?- volví a preguntar yo, abrazado por mi hermana. Me tocaron la frente, me tocaron las manos, la fiebre había desaparecido.

            Todos a la vez, miramos a la Señora, testigo y única protagonista.

            Los tres cafés, seguían sobre la barra del bar fríos, fríos, fríos…Tras un largo silencio, Pepito dijo: camarero otros tres cafés.

    

LA DICTADURA ECONOMICA

miércoles, 5 de marzo de 2014


PROVOCADA POR  LOS OLIGOPOLIOS DE OBLIGADO CONSUMO EN ESPAÑA.

 

            Hasta hace, algunos años, vivíamos en la dictadura de Franco. Yo tenía 17 años cuando murió el dictador. La verdad es que yo desde mi visión, apenas pude ver deferencia entre aquella época y la que vivimos ahora. Quizás...que apenas se veían desnudos en revistas y películas, igual que  ahora, una vez ya pasada la tormenta de pornografía que hemos sufrido en la transición y hasta fechas recientes. Recuerdo por aquella época que mi hermana, algo mayor que yo, llegaba todos los días ya de madrugada porque venía de tomar en el “Morapio” de la calle Rodrigo de Triana muchas cervecitas con los amigos y amigas que mas tarde gobernarían España a través del PSOE.

            Por aquella época, al menos aquí en Tomares, mi pueblo, al final de un noviajo que concluía en boda, la vivienda del matrimonio estaba terminada y pagada. La novia, una vez casada, dejaba de trabajar y era el marido a partir de entonces quien únicamente trabajaba para mantener a toda la familia que casi siempre, además de la mujer,  la compondría unos pocos de hijos y en muchos casos algún abuelo. Los gastos de suministros; electricidad, agua, gas y teléfono e incluso la gasolina para los coches de la época (era cuando a los coches se le echaban veinte duros de gasolina, sesenta céntimos de los de ahora) apenas incidían en el presupuesto total de los gastos de la familia. Luego nos cambiaron la moneda y con ello vino, la actual estafa a las clases medias.

            Hoy después de casarse una pareja de economía media. Lleva una hipoteca casi para toda la vida, en muchos casos, cercana al sueldo base interprofesional. Naturalmente los dos miembros que componen la pareja tendrán, si tienen suerte, que jubilarse trabajando. Hijos, a ser posible, uno solo o dos como mucho, tres ruina garantizada. Los  abuelos si los hubiera, salvo que tengan una buena paga, a una residencia de la tercera edad. Los gastos de suministros, se comen otro sueldo base y la gasolina y la amortización del coche se puede comer otro. Definitivamente una economía de una familia media, esta del todo intervenida por los oligopolios existentes en la economía española: por los  bancos con sus hipotecas, las empresas de suministros de obligado consumo, las petroleras que nos venden las gasolinas, las de telecomunicaciones, las de comunicación, las de Transportes etc. etc. Con lo poquito que nos queda, si es que nos dejan algo, tenemos que comer, vestirnos, llenar las casas de muebles y electrodomésticos, educar a nuestros hijos y  llevarlos de paseo, pagar impuestos, comprar medicinas, pagar seguros de todo tipo, etc. etc.

Así y todo somos libres para votar cada cuatro años a partidos políticos que se limitaran a aprobar las leyes que los grandes oligopolios existentes en España les vayan imponiendo. Siempre contra las clases medias y contra las pequeñas empresas. Aquello era una dictadura y lo de ahora una democracia.

Faustino Tomares.
 

LA DESARMÁ; COSTALERO DE SEVILLA

martes, 4 de marzo de 2014


                         CAPITULO TERCERO

 

LA DESARMÁ

 

 

-¿Pepito?- Era la voz del Gordo por teléfono. Este, se encontraba todavía bajo la apatía que había mostrado el pasado Miércoles Santo y eso después de haber pasado una semana. La voz del Gordo por teléfono le sacó, de aquella situación.

- ¿Qué pasa Gordo?

-po qué va a pasa, que espabiles y te dejes de tonterías. Que mañana es la “desarma”(1)

- ¿Y qué quieres?

- Silencio resignado, -¿Po qué voy a querer, no lo sabes ya? que mañana te recojo a las nueve y nos vamos pa la iglesia.

- Yo no voy- Contestaba desganado Pepito

- Silencio, suspiro del Gordo- Mañana me lo dices- Le contestó su amigo y colgó el teléfono.

Estos dos amigos son vecinos del  pueblo de Tomares, cercano a la capital y anclado en la cornisa donde da comienzo el Aljarafe. Pepito trabaja en su “puesto” de frutas del mercado de Triana mientras que el Gordo, tiene taller propio de chapa de coches en su mismo pueblo.

A penas habían transcurrido unos días desde que terminara la semana grande. Aún sonaban, aunque lejanos en los oídos, las cornetas y tambores de las bandas, las llamadas de los capataces, y algún quejío aún más lejano de profundo lamento saetero. Todavía nos asaltaba algún resbalón provocado por restos de cera de cirio distraído e incluso se podía ver alguna rampa que todavía no había sido retirada de alguna iglesia…y de nuevo más obligaciones para  los sufridos costaleros.

La “mudá” (2) de la parihuela (3) desde la iglesia  al almacén en una triste noche sin figuras a las que pasear, sin flores para adornar y sin música, al menos para no perder el paso debajo de la trabajadera, no es precisamente lo que más atrae a nuestros costaleros, pero a pesar de ello, éste es consciente de su obligación y no faltará a la cita para cumplir con  la misma. Se hace a altas horas de la noche pues muy al contrario que durante la Semana Santa, las calles no se cortan para desplazar los pasos. Hay que aprovechar el escaso paso de vehículos.

Nuestro protagonista, Pepito, todavía no se ha repuesto del trago tan amargo del pasado miércoles santo. Menos mal que su amigo “El Gordo” lo conoce bien y sabe cómo tratarlo.

 

 

 

 Pie de página 1) se denomina “Desarmá” al traslado de los pasos, ya desmantelados de todo lo que se estropea o de las figuras y piezas de mayor valor que quedarán en la iglesia o en la casa hermandad, al almacén donde serán guardados hasta la próxima Semana Santa 2) Mudá, es el traslado en general de los pasos, fuera del desfile procesional.  3) la Parihuela es el paso sin ningún tipo de adorno o accesorio. Podría decirse que es la mesa sobre la que se monta el paso.

 

Algo antes de las nueve del día siguiente ya estaba el Gordo en la puerta de Pepito, acompañado por “El Quini” otro de los amigos del grupo de Tomares,  tocando el claxon de su coche, ¿tendría alguna duda de la asistencia de su amigo a “la Desarmá”? Ninguna. Al instante aparecía Pepito por la ventana, al que su amigo le imponía: - Coge la ropa y baja ya que tenemos que recoger al Cateto- Este era otro de sus compañeros y amigos, de pueblo, pueblo, el más bruto del mundo y que además trabajaba en el campo, había que recogerlo en el Mercado de Entradores, en el Arenal, pues ni conducía ni tenía coche y llegaba en el autobús de su pueblo.

 Cuando se montó en el coche su cara era de pocos amigos, apenas saludó y se enfrascó en sus pensamientos, por otro lado nada extraño en él, actitud muy conocida por sus amigos. Tomaron rumbo a Sevilla por Castilleja y bajando por la cuesta del “Carambolo”. Desde donde,  y así es  hace varios siglos, se observa majestuosa la catedral de Sevilla, destacando sobremanera la esbeltez de la giralda. Y este es precisamente el pensamiento que se le vino a pepito observando esa estampa. “El tiempo que lleva ahí esa foto fija”. “La de gente a través de mucho tiempo y de muchas maneras y desde distintos vehículo por la evolución de los tiempos e incluso andando como se iba antes a Sevilla desde el Aljarafe, que ha visto esa misma foto”.  Absorto en este pensamiento, llegaron a Triana por el puente del patrocinio para seguir por las calzadas adoquinadas de la calle Castilla, San Jorge y por fin el puente Isabel II o de “Triana” con su olor de puerto marino en el que  se mezcla la fragancia salina y que se prolonga a través del río y desde el mar, allá en Sanlúcar de Barrameda,  al graznido de las gaviotas que sobrevuelan la zona. Ese ambiente,  introduce a Pepito en la rutinaria actividad del puerto : Veía, desde lo alto, la playa que se extendía bajo el puente y hasta la torre del Oro en la que había un enorme trasiego de gente, de carros tirados por bestias e infinidad de barcos de todos los tamaños. Veía toldos elevados sobre cañas en el perímetro que da a Sevilla y que dan cobijo a los descargadores de los grandes barcos que llegan desde América cargado de riquezas. Veía galeones, su esbeltez destacaba sobre manera, en contraste con los barcos que habían cercanos, carabelas, goletas, etc. Unos con el velamen recogido mientras eran descargados o al contrario, mientras otros estaban fondeados sin aparente actividad. Los palos aún con sus velas recogidas llegaban al cielo mientras los cañones en perfecta formación causaban algo más que respeto. Pero si impresionante era ver los que estaban fondeados, no era nada comparado con el que entraba al puerto con las velas desplegadas, rodeado de galeras que mediante cabos, tiraban de él, ayudándolo a maniobrar a tan enorme buque por el interior del río y debido a la falta de viento. Los porteadores gallegos aparecen como hormiguitas bajando y subiendo las rampas que dan acceso desde la arena de la playa  a los buques para transportar los fardos desde estos hasta los carros tirados por animales, que esperan en cola para a su vez transportar la mercancía a la ciudad. Se observan también un gran número de esclavos de raza negra encadenados entre ellos y que más tarde irán por sus propios pies a las gradas de la catedral, donde serán vendidos. También hay una rudimentaria factoría en la que se arreglan pequeñas embarcaciones y como no, pequeños “bares ambulantes” donde los tratantes, sobretodo, cierran sus negocios, bares donde no faltan los aguardientes ni los vinos de Sanlúcar ni por supuesto, el mosto del aljarafe. El aguador con su cántaro a cuestas, recaba  a voces, la voluntad a la vez que hace propaganda del agua de Tomares que  también es actor necesario, pues la calor hace la necesidad y por fin al fondo, la Torre del Oro que pone contrapunto a toda la escena que a su vez es presidida desde las alturas por la Iglesia catedral, entre medio el montículo del “baratillo” hecho a base de los desperdicios de las zonas limítrofes.

 ¡Pepito! Despierta ya, estamos en el mercado de entradores. Mercado edificado sobre el solar donde estaba la antigua cárcel del pópulo que a su vez fue edificada sobre un antiguo convento de los “Recoletos” de la época en la que los galeones profundizaban por el rio hasta el mismo corazón de Sevilla. Efectivamente, cuando llegaron al mercado de entradores, allí estaba el “Cateto” bajo el azulejo de la Esperanza de Triana.

Al despertar Pepito lo hizo con cara de sorpresa por el sueño tan extraño que había tenido, tenía la sensación de haber estado presente en todo lo que había soñado. De vueltas a la realidad:

 – Gordo,-por fin se le escuchó a Pepito ¿qué te juegas que cuando lleguemos a la iglesia no hay ná preparao?

- No me juego ná.- Pepito siempre acertaba y el Gordo lo sabía demás.

Ambos sabían que cuando llegaran a la iglesia, quedaría mucha faena pendiente, todos los años son iguales y además se repite en casi todas las hermandades.

Efectivamente, cuando llegaron no había casi nada preparado. Lo único que faltaba en los pasos eran las figuras que habían sido colocadas en los altares y aquellos enseres más valiosos que se quedarán en la sala de exposición de la hermandad y por supuesto las flores.

Como cada año, en esta jornada los costaleros terminarán a las tantas de la madrugá. A los encargados de preparar los pasos para “la mudá” no les gusta trabajar a solas y esperan la llegada de los costaleros para que les ayuden o simplemente los acompañen a terminar sus respectivas faenas. De todas formas “la desarmá” sí tiene un atractivo muy importante para los costaleros y es ver nuevamente a sus compañeros y amigos. Esa noche, saldrán a relucir las proezas, los fallos que siempre hay, cómo no, y alguna que otra anécdota  de la última salida de la cofradía a la calle.

La llegada y el reencuentro con el grupo dará lugar a la primera alegría de la noche. En la mayoría de las cuadrillas reina una gran camaradería.  Vendrán los saludos de rigor y esas bromas que nunca faltan, donde también participará “la gente de fuera” (1) Hasta Pepito sin darse cuenta había entrado ya en la dinámica del grupo y  la apatía, la desgana que había mostrado hasta que lo recogió su amigo, habían  quedado totalmente olvidadas (…Hasta el próximo año).

Transcurrido un buen rato, bien  aprovechado por la gente que desmonta los pasos ayudados por los costaleros y una vez desmontados los últimos enseres, cederán el protagonismo a estos últimos

- Todos “a hacerse la ropa”- ordena el capataz.-

Que es como se denomina a las labores de dar forma al costal con su correspondiente morcilla, para adaptarlo a la cabeza de cada individuo, y en esto como en todo, está el costalero que es un fenómeno haciéndola y tendrá que hacer la suya y la de unos cuantos más que no tienen ni idea de cómo hacerla. Junto a Pepito, el Gordo, el Quini  y el Cateto se situarán, Manolito Yerbabuena, José Mª “Hierro” del mercado de entradores, Fernando el de Gines  y alguno otro más.

 

 

 

 

 

1)       Gente de Fuera son el capataz y sus ayudantes. Los que el día de la salida procesional irán con “terno negro”

 

 

Una vez hecha, la colocación en la cabeza es muy importante, una simple arruga en la ropa en contacto con la piel y en la zona donde reposará la trabajadera podría dar lugar a importantes rozaduras en las partes sensibles del cuello. Aquí veremos esa clásica imagen en este mundillo: un costalero de pie ya con el costal puesto y agarrándose fuertemente el mismo con las dos manos y a la altura de la frente, mientras que un compañero a su espalda se preocupa de estirar tanto lateral como frontalmente las telas que a su compañero le caerán por su espalda y desde la cabeza para evitar esas posibles arrugas.

En nuestro reducido grupo, será Manolito Yerbabuena el encargado de hacer la ropa a sus amigos, su larga experiencia además de la enorme fuerza que tiene en las manos, trabaja de meteó en un mercado, harán posible una ropa justa a la medida de la cabeza de cada uno, así como lo suficientemente apretada. Es muy importante hacerla de esta manera para que luego, entre la presión del palo sobre el cuello y el sudor, no consigan aflojarla. Presionando de rodillas en cada ropa, estarán cada uno de los interesados, y así uno a uno hasta que Manolito se las haga a todos. – A ver si aprendéis ha haceros la ropa, que yo no cobro por hacerla.- Enga ya, luego te invitamos a una cervecita.- Contestó Pepito- a una cada uno-, respondió rápidamente Manolito. Cuando se hablaba de cerveza rápidamente se apuntaba. De todas maneras, Manolito estaba de broma. El nunca negaba a nadie ningún favor y además disfrutaba pudiendo ayudar a sus amigos. Era bastante más mayor que ellos, pues aunque hoy se encuentra en esta cuadrilla de hermanos costaleros. Ya hace muchos años que se inició en estas artes y cuando llegó el cambio a cuadrilla de “Profesionales” a cuadrilla de “Hermanos” naturalmente que se preocupó de seguir en una de ellas. Para él sus amigos costaleros eran su auténtica familia, pues al menos que se supiera no tenía otra. Se había llevado toda su vida trabajando en el mercado de la Feria, en la descarga, por lo que su amplia envergadura, unida al ejercicio diario, hacían de él un peón fundamental y ansiado por cualquier capataz para su cuadrilla. Con unos cuantos costaleros con esa fuerza, la verdad es que el paso “nunca se podría hundir”. A parte de estas cualidades, si bueno era como costalero, era aún mejor persona. Con quien sus amigos siempre podían contar y para lo que fuera. Aunque tenía un gran defecto o una gran virtud, según se mire, y era sencillamente que no le gustaba hablar.

Luego vendrá el fajarse. Esa faja que nos recuerda la que utilizaban los antiguos descargadores del muelle y que hoy en día prácticamente sólo tienen esa utilidad. Servirá para llevar bien apretados los riñones y así evitar posibles lesiones en la cintura, después de una “levantá al cielo”, el paso cae de golpe y con la fuerza multiplicada sobre los cuerpos. De ahí su importancia. Eso sí, unos necesitan más vueltas que otros como es el caso de Paquito que es un fideo. Por el contrario, Manolito Yerbabuena se tiene que conformar con dos  vueltas cortitas dado que la faja no da para más en su enorme perímetro abdominal.

Cuando el capataz observa que su gente está más o menos preparada, asume su capacidad de mando.- ¡To er mundo al palo!- Se le escuchó gritar. A partir de ese momento cada costalero irá a su sitio. – ¡La levantá a pulso aliviao!-  Nuevamente mandó el capataz. Para que los cuerpos sufran menos. Una vez que éstos están situados entre el suelo y la trabajadera,  las piernas estarán abiertas y un poco flexionadas, y se irán cerrando poco a poco hasta ponerse juntas y derechas, a la vez que se van metiendo riñones. En definitiva, simplemente se pondrá el cuerpo totalmente erguido. Como resultado, el paso estará arriba sin la brusquedad que para el cuerpo, lleva consigo la típica “levantá al cielo”.

Cuando el capataz toque el martillo, martillo que en muchos casos en la “desarmá” suele ser un  simple trozo de madera pues el auténtico habrá sido retirado ya del paso. Se seguirá la misma cadencia de siempre en los movimiento, en los tres tiempos que habitualmente se utiliza: Atención, al palo y arriba.

Y así a paso de “mudá”, llevarán la parihuela. Es decir, como si fuera andando rápido por la calle sin llevar peso alguno en lo alto. Cubriendo rápidamente el trayecto, acompañados de las bromas de siempre e incluso alguna demostración  de fuerza y poderío físico de algún que otro costalero. Y así, hasta el almacén donde pasará la estación invernal en triste oscuridad.

            Una vez dentro del almacén sin ninguna finura, colocaran la parihuela en un rincón. Una vez situada al fondo del almacén, el capataz mandará la izquierda o a la derecha u otro tipo de maniobra que raramente se da en la salida procesional.

Pero eso sí, una vez guardada la parihuela, habrá una cervecita en el bar más próximo, en esto el costalero es igual al resto de los sevillanos, todo será refrendado al final con unas copitas.

Manolito Yerbabuena recibirá el agradecimiento de sus compañeros en forma de cervezas, se bebe todas las que le echen.

 Al menos a Pepito ya se le pasó el malestar que había guardado hasta el día de hoy y desde que se recogió su cofradía el pasado Miércoles Santo.

Quedaran las añoranzas del pasado y la esperanza de emociones del futuro. Nuestros costaleros, ya enfilan, igual que la parihuela y dentro de este mundillo, la siesta veraniega y el triste sueño invernal, la mayoría de los compañeros no se verán hasta que comiencen nuevamente los ensayos, allá en las vísperas de la próxima Semana Santa. Pero nuestros amigos tendrán muchas vivencias antes de los próximos eventos procesionales.
Faustino Tomares.